En la espera de nuestro tiempo

[et_pb_section fb_built=”1″ admin_label=”section” _builder_version=”3.22″][et_pb_row admin_label=”row” _builder_version=”3.25″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.25″ custom_padding=”|||” custom_padding__hover=”|||”][et_pb_text _builder_version=”4.3.4″ hover_enabled=”0″]

Hola… Me contaron la experiencia vivida por una pareja que visitaba la zona comercial del centro de Londres:

“En el escaparate vieron una tacita preciosa de la que ambos se enamoraron “a primera vista”. Ingresaron a la tienda y pidieron a la señorita les alcanzara la tacita que habían visto. Pero sucedió algo maravilloso, la tacita comenzó a hablar y le dijo: -Señora, yo no siempre he sido taza, hace algún tiempo era barro, pero un artesano me fue moldeando con sus manos; sentía dolor por lo que me hacía y le dije: -¡Por favor, déjeme en paz! El artesano me sonrió y contestó: -Aguanta un poquito más, todavía no es tiempo.

            Después de un rato, ya moldeada, me puso en un horno. Jamás había sentido tanto calor y grité: -¡Por favor, sáquenme de aquí! Y, a lo lejos, escuchaba al artesano que me decía: -Aguanta un poquito más, todavía no es tiempo.

            Luego, sacándome del horno, un poco más fresca, sentí que empezaba a rasparme y a lijarme, me daba vueltas para arriba, para abajo y en eso me da una capa de pintura que me dejó sin respiración; una vez más, ante mi desesperación, me dijo: -Aguanta un poquito más, todavía no es tiempo.

            Pensé que todo había terminado y me volvió a meter en el horno, este era imposible de aguantar, creí que me moría, lloré como nunca antes lo había hecho y el artesano me repetía: -Aguanta un poquito más, todavía no es tiempo. Terminada esta acción, con mucha delicadeza el artesano me llevó a un lugar diferente; como yo, había unas tacitas, auténticas obras de arte, que resplandecían como solo ocurre en los sueños. Pude verme en un espejo y pensé que todo había sido necesario.

            El artesano me dijo: -Sé que sufriste al ser moldeada por mis manos, sé que fueron muy duros los momentos que estuviste en el horno, la pintura te daba nauseas, fue horrible cuando te pulí; sin embargo, ahora eres una obra terminada y estoy convencido que logré lo que siempre había soñado”.

            Cada uno de nosotros somos un “SUEÑO DE DIOS”, solo Él sabe de nuestros tiempos; por ello, cada experiencia dolorosa que podamos vivir en los planes de Dios, tienen una razón de ser. Ningún sufrimiento está demás, o lo convertimos en fortaleza, o la misma vida se encargará de destruirnos.

“Una sola alma y un solo corazón hacia Dios”.

            Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

            Contáctanos en facebook: Padre Pablo.

[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]