Trabajar en nuestra mente

 

         Hola… A través del internet me llegaron estas imágenes que colgué en mi facebook; pueden ser reales, un montaje o réplicas en miniatura de los originales. Dicho esto paso a relatarte la historia:

         Al fondo, dos aviones rusos se acercan veloces a la pista, en paralelo, sin llegar a aterrizar, con la música de fondo “El Danubio Azul”; ambos comienzan un baile sincronizado y perfecto. Son casi seis minutos de imágenes y cada segundo que pasa es más espectacular que el anterior. Si fueran dos seres humanos quienes manejan estas naves, entendería que estamos ante una demostración de poderío humano sobre la máquina, cosa que es factible, porque en más de una ocasión hemos sido testigos de lo que es capaz un ser humano.

         Iniciadas estas líneas ponía sobre el tapete, como posibilidad de este video, que fuese un montaje audiovisual, o dos aviones teledirigidos sin pilotos, o dos pilotos rusos preparados hasta el extremo para lograr estas maravillas. De lo que estoy seguro es que, cuando la mente humana es desarrollada con un equilibrio de conocimientos, con emociones y desde una experiencia de fe con trascendencia entre otros elementos, podemos lograr lo inverosímil y, desde una perspectiva de fe, me atrevería a decir la palabra: “MILAGROS”. Me viene a la memoria el texto del evangelio según San Mateo 17, 20, donde Jesús nos dice: ‹Si tuvieran fe, del tamaño de un grano de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes›.

         ¡Qué lástima que muchos de nosotros, por mil razones, una justificadas y otras no, hayamos trabajado nuestra mente en un momento dado de nuestras vidas y simplemente dejamos, como terreno baldío, un espacio para la creatividad y el desarrollo de la humanidad!

         No es posible que realidades simplemente humanas puedan entorpecer el flujo divino, que llega a todo ser humano a través del Espíritu Santo y que factores creados por otros seres humanos, no nos permitan ver la presencia de Dios. Sería bueno que hoy, al término de nuestra comunicación, cada uno nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Reconozco en mi vida la presencia del Espíritu Santo y soy consciente, gracias a Dios, de todo aquello que soy capaz y que, por falta de Fe, me he quedado en lo humano y no he trascendido a lo divino que hay en mi vida?

“Si no quieres sufrir, no ames; pero si no amas, ¿para qué quieres vivir?”. (San Agustín)

         Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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