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Hola… En esta semana conversando con un amigo me mostró su preocupación porque pensaba que el presente año se había pasado demasiado aprisa, comentándome que había escuchado ciertas teorías que demostraban que ahora los días son más cortos y, por ende, el tiempo pasa más rápido. Yo le escuchaba con atención porque a los amigos siempre les debemos prestar oídos a sus comentarios y razonamientos. Cuando terminó de hablar, le dije: -Menciona en este instante diez momentos inolvidables que has vivido en este año. Inmediatamente me respondió: -Cuando clasificamos al mundial… y se quedó callado. Le pregunté: -¿Hay alguno más? Respondiéndome: -¡Verdad!, este año me ascendieron de puesto en la empresa donde laboro. En broma le dije a mi amigo: -A este paso vamos a llegar al 2020 y todavía irás en el cuarto momento inolvidable del año actual. Le expliqué que mi teoría es hacer de cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día y de cada mes “momentos inolvidables”, porque no es cuestión de cantidad de tiempo, sino con la intensidad en que se viva el presente. Recuerdo de este año que todas las mañanas le pedía a Dios luces para iluminar el camino de cada día; todas las noches le agradecía cada instante vivido y cómo Él había estado presente poniéndome las circunstancias más favorables para ser feliz.
Apenas dos o tres días más y jubilosos “quemamos el año 2019” y nos abrimos a las nuevas posibilidades que nos presenta el 2020, pero yo me pregunto: -¿Con qué ilusión llegará el próximo año?, si sabe lo ingrato que somos con él y que el día 31 de diciembre del año 2020, éste terminará como el 2019: “En la hoguera”.
Solamente quiero decirte una cosa: Los tiempos, al lado de la eternidad, son insignificantes; lo que importa es el presente vivido en plenitud, de manera que cada sueño bendecido por el cielo lo hagamos realidad.
Un hombre vio a un campesino y le dijo: -¡Qué raro!, ¿usted no tiene reloj? Mire el mío, cuesta una fortuna. El campesino le quedó mirando diciéndole: -Señor, usted es dueño de un valiosísimo reloj de oro, pero yo soy dueño del tiempo.
Al igual que en la Navidad me permito, desde esta columna, agradecerles sinceramente aquellos momentos que, a lo largo del año en curso, me han brindado y como decimos al término de cada columna: “Gracias por llegar hasta aquí. Hasta el próximo año. ¡Que Dios nos bendiga!”.
“Cuando te gusta una flor la cortas; sin embargo, cuando la quieres la riegas”.
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