La belleza interior

Hola… Hoy te hablaré de un señor llamado Moisés Mendelssohn, él fue abuelo del famoso compositor alemán que, rápidamente, ubicamos con la Marcha Nupcial al inicio y al final de un matrimonio. Moisés distaba mucho de ser guapo y apuesto, era bajo de estatura y tenía una grotesca joroba. Un día visitó a un mercader en Hamburgo, el cual tenía una hermosa hija llamada Rosita, de la que se enamoró perdidamente, pero a ella no le gustaba la apariencia de Moisés; sin embargo, lo que le faltaba de atractivo lo tenía de creativo. Llegó el momento de despedirse y, subiendo las escaleras, llegó al cuarto de la bella joven para hablarle por última vez.

            Moisés le preguntó tímidamente: -Rosita, ¿crees que los matrimonios se crean en el cielo? Ella le contestó: -Por supuesto que sí; ¿tú lo crees?, le replicó Rosita. -Claro, más aún en el cielo, cada vez que un niño nace se le anuncia con qué niña se va a casar. Cuando yo nací, me fue señalada mi futura esposa y el Señor me dijo: -Moisés, tu esposa será jorobada. Le respondí: -¡Oh, Señor!, una mujer jorobada sería una tragedia, prefiero que la joroba sea para mí y permite que ella sea hermosa.

            Fue en ese momento que Rosita levantó su mirada para contemplar los ojos de Moisés, pudiendo apreciar su belleza interior y alargando su mano se la estrechó con mucho cariño. Moisés regresó a su casa, pero aquel instante no quedó en el olvido, teniendo la oportunidad de volver a encontrarse con Rosita y disfrutaron de largas conversaciones, hasta que un día ella decidió ser su esposa y, como nos lo cuentan las crónicas, ellos fueron muy felices. Su nieto fue el creador de una melodía que en el mundo entero ha significado, para muchas personas, uno de los momentos más valiosos: “La Marcha Nupcial”, que se escucha al ingresar y al salir de la celebración de su matrimonio con el hombre o la mujer de su vida.

            Recuerdo una frase muy peculiar que dice: “Cuando te enamores, no lo hagas solo de sus pétalos, sino también de sus raíces, porque cuando llega el invierno los pétalos desaparecen y lo único que queda, en la persona, son sus raíces, vale decir sus valores, sus principios, su personalidad…”. Por ello, pongamos las cosas en su sitio; todo es importante, pero nunca nos olvidemos que hay situaciones imprescindibles.

“Jesús salió del sepulcro… para entrar en nuestros corazones”.

            Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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