[et_pb_section bb_built=”1″][et_pb_row][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_text _builder_version=”3.17.6″]
Hola… Una de las tendencias naturales de todo ser humano es aquella que refiere a la autoestima que, modernamente, pareciera la panacea de la realización de todo ser humano. En otras palabras, da la impresión de que, si uno no se alaba a sí mismo, nadie lo va a hacer por ti. Sin embargo, con esta historia que te voy a contar pudiera entenderse todo de manera distinta:
El verano estaba dando sus últimos aleteos en aquel bosque, por lo que muchas aves buscaban emigrar a países más cálidos y solamente regresar a ese lugar en tiempo de primavera. Una manada de gansos había entablado amistad con un grupo de ranitas y, para qué, habían logrado una linda amistad, por lo que, llegado el tiempo de la separación, tanto a las ranitas como a los gansos, les costaba un poquito saber que por varios meses no se volverían a ver. Las ranitas quedarían en el lago y los gansos disfrutarían de la cálida primavera en otros países.
Una de las ranitas pidió a sus amigos gansos que la llevasen con ellos, y le respondieron que no era posible porque ella no sabía volar. -¿Qué problema hay? Preguntó la ranita. Quedan, aún, algunos días para la partida y ustedes me pueden enseñar a volar. Por supuesto que lo intentaron, pero todo fue imposible hasta que un día la ranita comentó con sus amigos los gansos: -Tengo una gran idea, tomamos este palito y entre dos de ustedes, uno a cada lado, lo colocan en su boca y yo, con la mía, aprieto el palito en medio, de manera que volamos juntos. Los gansos dijeron: -¡Qué gran idea! Probaron el invento y resultó un acierto.
Llegado el día de la partida, los gansos y la ranita emprendieron su viaje pasando por muchos lugares, hasta que en un pueblito la gente del lugar comentaba lo que estaba viendo como algo maravilloso, pues la ranita, “henchida de satisfacción”, se olvidó en dónde se encontraba y abriendo la boca dijo: -La idea fue mía. Indudablemente, cayó al suelo y ya no te cuento cómo quedó.
Sería bueno pensar que, a veces, el autobombo nos puede llevar a la autodestrucción.
“Una madre es aquella que teniendo dos vasos de agua y dos hijos dice: No tengo sed”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana.
¡Que Dios nos bendiga!
Padre Pablo Larrán García, OSA.
[email protected]
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]