Hay una dimensión maravillosa

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Hola… Se llama Marcelino y trabaja como chofer de un taxi en el aeropuerto. Viniendo de viaje esta semana, el señor me regaló la oportunidad de conocerlo y desde el aeropuerto hasta mi casa, el colegio San Agustín, fue un espacio maravilloso para conversar y de manera muy especial ante un comentario que le hice: -Marcelino, aquí en tu taxi, habrás tenido toda clase de experiencias y de situaciones con tus pasajeros. Él me dijo: -Es verdad, tengo experiencias de todo tipo y quiero contarle una que me pasó hace dos semanas: «Tomó la carrera una persona, quien en el trayecto me contó que era doctor y preguntándole varias cosas, en un momento dado le hablé de un tema personal y le pedí, por favor, si podría indicarme dónde se encontraba su consultorio porque quería ir para hacerle una consulta personal. De frente me contestó: -Ni se te ocurra, yo solo trabajo con personas muy importantes y de mucho dinero». Marcelino me dice: -Padre, me paró en seco.

Dejamos allí el tema de la conversación y pensando en ti, amigo lector, quise transcribir este inicio de conversación y pensar cómo la vida nos prepara para grandes obras y realizaciones en los campos de la ciencia, medicina, arquitectura, leyes… Sin embargo, nos olvidamos de ser seres humanos y todos esos logros externos nos llenan de una soberbia increíble que no nos hace ver la dimensión más maravillosa que tenemos los seres humanos, y es justamente esa: «la de ser humano y valorar al otro por lo que es y no por lo que tiene».

A modo de reflexión personal, le dije a Marcelino: -¡Ni por un instante esa persona se dio cuenta de que usted manejaba el carro y que su vida estaba en sus manos! Tan grande puede ser la soberbia que nos desubica de la realidad y eso es sumamente peligroso. Además, expresa Marcelino: «-Mi carro es como un confesionario padre; a veces, me cuentan lo que les sucede en sus vidas, sus penas, sus angustias y, en muchos casos, me preguntan si en alguna oportunidad he escuchado hablar de médicos, en diversas especialidades, que les pueda sugerir. No obstante, a ese doctor posiblemente le vaya muy bien, pero no le iría mal si yo le recomendase».

“Pensar es difícil, por eso la mayoría lo que prefiere es juzgar”

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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