Júntate con tres sabios y tú serás el cuarto

Hola… Júntate con tres sabios y tú serás el cuarto. El ser humano es como una esponja, tiene la capacidad de empaparse en medio del agua.

            Estamos en el año 1920 y podemos distinguir a uno de los científicos más grandes que nos ha dado la historia: Albert Einstein. Nunca le gustó manejar, requería los servicios de un amigo que lo acompañó casi toda su vida. En esta oportunidad Einstein era un jovencito a quien apenas conocían, pero que ya se le llamaba para dar conferencias en la universidad. Sucedió que, yendo a una de ellas, le planteó a su amigo, el chofer, cambiar de personalidad. -Doctor, ¿qué me está diciendo? Einstein le dijo: -Muchas veces me has acompañado cuando doy esta charla, ¿te atreverías a dictarla? -Sí, claro, le contestó. -Cambiemos la ropa, yo me visto de chofer y tú de Albert Einstein. Y así lo hicieron. Llegaron a la universidad, condujeron al supuesto “Einstein” al pódium y dictó la clase de Física motivando aplausos entre el público. Sin embargo, lo peor llegó ahora: la rueda de preguntas; obviamente que estaba nervioso, pero en un arrojo de valentía indicó que podían comenzar. Un joven científico hizo la primera pregunta y el amigo tuvo una salida genial respondiéndole lo siguiente: -Su pregunta es muy fácil que hasta mi chofer le puede contestar. Einstein, vestido como chofer, estaba al fondo de la sala y respondió de manera magistral, como siempre. Es claro que Einstein apenas era conocido físicamente en esa época, pero sí tenía la sabiduría que demostró a lo largo de su vida.

            Más allá de la anécdota, te contaré que los seres humanos asumimos, como esponjas, todo aquello que nos rodea; si somos capaces de buscar a las personas más idóneas y hacerles caso, no nos quepa la menor duda que llegaremos a ser como ellas e incluso a superarlas.

            Recuerdo un dicho que resume el sentir de esta conversación: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Es fácil distinguir a un ser humano porque una de nuestra esencia es la imitación; el mismo aprender a caminar desde niños, el repetir las palabras de manera que no solo aprendemos hasta el tono de nuestros padres, sino que a lo largo de la vida solemos mantener y esto, que está demostrado científicamente, nos puede servir para saber rodearnos de personas que van a sumar en la vida y, a la vez, multiplicar al infinito nuestra personalidad y no buscar aquellas relaciones tóxicas, quienes al final lo único que hacen es envenenarnos y destruirnos.

“No se hace un país diferente con gente indiferente”

            Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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