Discurso de Graduación 2021

Querido agustino, querida agustina:

En estos meses, que me ha tocado llegar a este colegio, a ti te ha tocado partir. Y me quedé con ganas de conocerte más, de ver tu sonrisa, escuchar tu voz y que me cuentes tu historia. Me quedé con ganas, pero eso no quita que he podido sentir un poco de ti. Y descubrí tu corazón de amigo, tus preguntas inquietas, tus ganas de servir y ser solidaria, y mucho más que me ha hecho recordar a mi padre Agustín, el del corazón inquieto. Por eso, hoy, estoy feliz por ti.

Y hoy, en nombre de esta comunidad en busca de la Verdad, te quiero recordar para qué te ha servido el colegio. Esto no se trató de que te llenes de conocimiento o que encuentres tu lugar para impactar en la sociedad. Esa es tu tarea a partir de hoy en adelante, agárrate. Esto no se trató de convertirte en buen cristiano o buen miembro de la sociedad. El colegio se trató de formarte el corazón, un corazón tenaz, amigo, investigador, buscador, reflexivo, solidario, ordenado, líder… Y para eso fueron necesarios otros corazones, los de tus maestros. Porque un corazón solo se moldea al calor de otro corazón.

Y en ese sentido, hoy les llamo a tener un corazón agustino, que hoy quiero dibujar con dos palabras: un corazón de hijo y un corazón luchador.

Un corazón de hijo, que sepa disfrutar y agradecer el amor recibido sin medida: el amor de sus padres, el amor de Dios a través de cada criatura, el amor de sus maestros. Mantengan el contacto con sus maestros. Salúdalos, búscalos, ámalos. En este país, la mejor paga que recibe un maestro, definitivamente, no es la económica, sino tu cariño y gratitud. Págales siempre. Esto no fue una empresa donde recibiste un servicio, fue un hogar donde tuviste padres y madres que te formaron con su amor.

Pero no solo un corazón de hijo, también un corazón luchador, porque el mundo que continuarás descubriendo hoy, es un campo de batalla cada vez más explícito entre el bien y el mal, entre la corrupción, la injusticia, el exceso, la soberbia, la guerra… y el servicio, la solidaridad, la pureza, la humildad, el amor. Y no puedes entrar a un campo de batalla si no estás preparado para luchar. Ten un corazón fuerte, como el de Agustín, que ardía en fuego de amor, dispuesto a sufrir todo lo necesario para que el bien reine en su vida y la de su pueblo. Si no estás dispuesto a sufrir por el bien, entonces estás dispuesto a ceder ante el mal, solo que no te has dado cuenta. Date cuenta, ten un corazón luchador.

Los agustinos queremos edificar la Ciudad de Dios en este mundo, donde reine el amor, donde vivamos la unidad, donde aceptemos la Verdad (Unitas, Caritas, Veritas). Queremos responder a nuestra vocación humana: trabajar y cuidar de este hermoso jardín, para que esté lleno de vida y nos dé vida, amarnos los unos a los otros para que Dios viva en medio de nosotros. Esta es tu vocación y para ello necesitas un corazón luchador.

Somos una comunidad en busca de la Verdad y, al final de este camino, queremos que no solo lo seamos dentro de estas paredes, sino que tú lo seas, la familia que formes lo sea, el trabajo en el que líderes lo sea, la ciudad donde vivas lo sea, el suelo en el que pises lo sea. Porque no vamos a detenernos hasta que este país sea una comunidad, una comunidad en camino, una comunidad en camino a la Verdad. Muchas gracias.