En el amor encontramos el perdón

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Hola… Siempre me he preguntado por qué las relaciones entre los seres humanos son tan complicadas, al mismo tiempo que admiro a la persona que sabe guardar un equilibrio y una paz ejemplarizadora con la familia, en el trabajo, en sus relaciones sociales… porque hay un numerosísimo grupo de personas compuesto por auténticos maestros en el arte de la convivencia; no obstante, otros muchos pareciera que es imposible entenderse entre humanos.

Es verdad que podríamos ensayar muchas fórmulas, pero, para mí, la naturaleza una vez más me da respuesta a este singular interrogante tan difícil de solucionar. Resulta que cuando pienso en el puercoespín o en los erizos y veo, por la historia, que sobreviven en la faz de la tierra hace miles de años y que no han desparecido, me pregunto: -¿Cómo pueden convivir con esas espinas tan filudas?, porque para ellos la convivencia no consiste en quitar esas espinas filudas, sino que toda su vida viven con ellas y la especie continúa; repito: -No ha desparecido de la faz de la tierra ni el puercoespín, ni el erizo.

Una primera respuesta sería: -Porque se respetan y porque saben que poseen filudas espinas; además, la naturaleza les ha dado la capacidad de poder interrelacionarse sin herirse; ellos lo saben hacer. Asimismo, el Señor ha puesto a los seres humanos las suficientes capacidades, no para chocar con nuestros defectos y debilidades, sino para comprendernos unos a otros y sacar adelante la convivencia.

El ser humano, en su naturaleza, recibió de Dios la capacidad de amar y en el amor está la capacidad de perdonar. El perdón no es fácil, pero es posible lograrlo cuando somos prudentes y pacientes para no herir a los demás.

Es verdad que muchos de nosotros no conseguimos salir hacia adelante por tener varios defectos y debilidades; sin embargo, la vida siempre nos ofrece una nueva posibilidad para poder reconciliarnos con nosotros mismos, para curar nuestras heridas y, de manera especial, para curar las heridas de nuestros hermanos, siempre en la medida de nuestras posibilidades.

Y qué decir de nuestra relación con los demás, cuando hemos sido heridos por sus filudas espinas y solo hemos encontrado una salida: herirles con las nuestras. A veces, sería conveniente que nos fijáramos un poquito más cómo el puercoespín y el erizo pueden convivir tantos años sin haber cambiado su naturaleza, y que respetándola han encontrado la forma de relacionarse sin hacerse daño.

“Nunca dejes a Dios fuera de tus proyectos, Él es la clave del éxito”.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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