La voz de Dios

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Hola… Ayer fue el primer domingo del tiempo de Adviento; con ello nos encaminamos al tiempo más bello y cargado de nostalgia, como lo es la “Navidad”.

            Tengo la suerte de que “unas cuadras más adelante” te encontrarás con nuestro buen amigo, el Obispo José Luis, quien te comentará las lecturas propias del primer domingo de Adviento y sabiendo que las leerás, me permito contarte esta historia:

            ‹Un papá y su hijo iban por el campo en su carromato, un poquito apurados porque anochecía y tenían que llegar a su destino. En el trayecto pasaron por un lugar donde había muchas ramas, de las cuales pendían jugosas moras.

            -Por favor, le dijo el niño a su papi, ¿podemos detenernos un ratito y comernos unas moras? El papá engreidor, le contestó: -Por supuesto que sí, pero será un tiempo muy reducido porque está anocheciendo y no quiero llegar tarde a nuestro destino. Pasó un tiempo prudencial y el padre le dijo a su hijo: -¡Hijito vámonos, se hace tarde!, pero el jovencito, abstraído con sus moras, ni siquiera le respondió; y así por dos o tres veces más el papá lo llamaba, pero el chico hacía caso omiso. Entonces, el padre le dice al niño: -Mira, hijo mío, voy a proseguir mi camino; si tú quieres continuar comiendo moras, mientras me alejo lentamente, lo único que te pido es que no olvides de llamarme de vez en cuando. Te responderé, pero eso sí, cuando no te conteste, comienza a correr para alcanzarme, porque si no, vas a estar perdido y en este lugar, durante la noche, es muy peligroso›.

            Es posible que los afanes de la vida nos distraigan de tal manera, que nos olvidamos de escuchar la voz de Dios. No nos pase que estemos tan ocupados en nuestras cosas y nos olvidemos de la voz del Niño Dios, quien ya nos está avisando que quiere nacer en nuestros corazones.

            Es cierto que son tiempos muy difíciles y que muchos pueden pensar que Dios, en esta pandemia, se ha olvidado de nosotros. Una cosa es que lo pensemos y otra, muy distinta, es que sea verdad. No nos distraigamos, porque Dios nos habla y sus palabras son vida eterna.

            Reitero mi invitación para que, en la noche de cualquier día de la semana, si pasas por la Av. Javier Prado, al lado del Colegio San Agustín, goces de una agradable sorpresa de lo que podrás ver.

“No busques el momento perfecto, solo busca el momento y hazlo perfecto”.

            Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

            Contáctanos en facebook: Padre Pablo.

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