¿Quién empacó hoy tu paracaídas de la vida?

Hola… Hace algunos años leía una nota sobre lo que significa valorar a las personas, habida cuenta que muchas veces desconocemos la importancia que pueden tener en nuestras vidas.

            ‹Estamos en la guerra de Vietnam; un piloto de bombardero norteamericano, llamado Charles Plumb, fue derribado por un misil; en ese instante se lanzó en su paracaídas y fue capturado, pasando seis años en una cárcel norvietnamita. Cumplidos estos, regresó a los Estados Unidos y se dedicó a dar conferencias sobre su interesantísima vida personal. Recorría muchos lugares y un día, comiendo en un restaurante, se le acercó una persona que le dijo: -“Lo conozco, sé que su avión cayó derribado, abriendo usted a tiempo el paracaídas y pudo salvarse; fui yo quien empacaba su paracaídas”. El piloto Plumb se quedó paralizado por la sorpresa y por la gratitud; lo abrazó y le dijo: -“Muchísimas gracias. ¡Cuántas veces lo vi en el portaviones y nunca le dije nada!, pensando que ser piloto de un bombardero me hacía un ser superior, hacia aquellos marineros que alistaban los paracaídas en las entrañas del barco. ¡Con qué delicadeza preparó usted el paracaídas sin saber quién lo iba a usar!; sin embargo, lo alistó de tal manera que salvó mi vida”. Pasado aquel momento, el piloto Plumb comenzaba sus conferencias contando esta historia y preguntando a cada uno de los asistentes: -“¿Quién empacó hoy tu paracaídas”›.

Todos en nuestra vida tenemos a alguien que es vital, pero sobrevolamos a los seres humanos pensando, en el fondo, que no debemos agradecer nada a nadie, simplemente porque nos lo merecemos.

Me gustaría que, al leer estas palabras y haber escuchado esta historia, retomemos la pregunta: ¿Durante la presente semana hemos sido gentiles, generosos, solidarios y agradecidos con aquellas personas que muchas veces no vemos en ellas más que su rostro, pero que han sido y son fundamentales en nuestra vida?

            A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que verdaderamente es importante. Dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien o aunque sea decir algo amable solo porque sí. Muchas de esas personas, alguna vez en tu vida, han sido quienes “empacaron” tu paracaídas.

“Cuando hay una tormenta los pajaritos se esconden, pero las águilas vuelan más alto”.

            Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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