Un corazón cargado de misericordia

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Hola… Hace aproximadamente cuarenta años, en la Parroquia Nuestra Señora del Consuelo, conocí a una persona, a quien enterré el año pasado y esta semana celebré su misa. Su nombre es “Yolanda” y en la Parroquia había un cuadro del “Señor de la Divina Misericordia” que, tengo entendido, fue el primero que llegó al Perú traído por ella.

Creo, sin lugar a duda, que la Devoción al Señor de la Divina Misericordia en el Perú tiene un nombre propio y este es: “Sra. Yolanda”. Ella recorrió todo el Perú creando Grupos de Oración entorno a esta devoción; su vida la dedicó a querer ser Apóstol de esta y puedo decir que lo consiguió.

El día que presidí la misa recordando su partida a la Casa del Padre, leía en el Salmo Responsorial la Antífona que dice: «El Señor es compasivo y misericordioso»; correspondía a la lectura propia de ese día, por lo que puedo afirmar una vez más que las cosas de Dios nunca son casualidades.

San Juan Pablo II instituyó a esta fecha, Segundo Domingo de Pascua, como el “Día del Señor de la Divina Misericordia”, para que valorásemos la Resurrección de Jesús y que esta no se dio para que la pusiéramos en los Altares, sino para que entendiéramos y actuáramos como el Señor quiere, siendo desde nuestros corazones compasivos y misericordiosos.

Nada es gratuito en esta vida y quien, a lo largo de ella, sabe construir un corazón cargado de misericordia, cuando lleguemos a la Casa del Padre entenderemos y agradeceremos que ni un segundo fue vivido en vano, porque lo recibido ha de ser la plenitud del amor y en el juicio ante Dios nos encontraremos con Aquel a quien imitamos en vida, a un Dios compasivo y misericordioso de nuestros errores.

No es fácil caminar hoy por el mundo con esta bandera, cuando a la inmensa mayoría de nosotros nos atrae el individualismo y, por lo tanto, ese egoísmo cuyo enunciado es: Primero yo, después yo y, si algo me sobra, también para mí. Es verdad que no son todos; por eso, recuerden que este domingo sirva para evaluarnos y ver cuánto hay en nuestros corazones de compasión y de misericordia.

“Todo lo que siempre has querido está al otro lado del miedo”

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

P. Pablo Larrán García, O.S.A.
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