El año pasado te hice fuerte, este año te haré feliz

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Hola… Al inicio del presente año, siendo esta una grata oportunidad que tengo para contactarme con ustedes, reciban mi saludo, un saludo de deseo y de compromiso. Que todos y cada uno de sus días estén bendecidos por el Señor. Estaré en deuda con ustedes porque al darme su tiempo, lo puedo compartir y enriquecer con aquellas ideas, anécdotas, o comentarios, en los cuales podamos encontrar una posibilidad para superarnos. En palabras más sencillas y más directas sería: -Me comprometo a no hacerles perder su tiempo.

            Me gustaría que esta frase la repitiéramos frecuentemente; la escuché postrado ante el Niño Jesús, en el Portal de Belén o Nacimiento que hemos colocado a la entrada del Colegio San Agustín. Hablando con Jesús, en un diálogo de fe, percibí algo muy claro y muy importante, sobre todo después de la dolorosísima experiencia que la mayoría de nosotros tuvimos en el 2020. El dolor no solo tocó a nuestras puertas, sino que entró a borbotones en nuestros hogares, en nuestras vidas y dolorosamente en nuestros corazones. Y contándole todo aquello que la humanidad ha sufrido, escuché claramente esta frase que transmito a ustedes, queridos lectores: “EL AÑO PASADO TE HICE FUERTE; EN ESTE AÑO PRESENTE TE HARÉ FELIZ”.

            Realmente, al escucharme, me di cuenta que en la vida, cuando uno ansía ser feliz, el camino no suele ser de rosas, sino que es un camino de sacrificios y de angustias muchas veces inexplicables, y por supuesto en la mayoría de las ocasiones no son aceptadas. Pero solo un gran edificio puede elevarse al cielo cuando tiene profundos cimientos; al construirlo uno piensa: -Si esto no se ve, ¿para qué sirve? Y la vida te enseña que aquello que no se ve, o que aparentemente no tiene sentido, será la fortaleza la que hará que podamos elevar al cielo un gran edificio.

            Que este año, recién inaugurado, logremos hacer realidad lo que un día me dijo el Filósofo de La Encalada: “La vida no siempre son trenes a los que hay que subir; a veces son estaciones en las que hay que bajar”. Pensamos, no sin razón de vez en cuando, que hemos perdido la gran oportunidad de nuestras vidas y por analogía que hemos perdido el tren de la vida; sin embargo, tan importante es subirse al tren como aprender a bajarse en la próxima estación, más aún cuando nos damos cuenta que ese tren no nos está llevando a ninguna parte.

            Al iniciar el presente año, desde ya quiero decirles que en las ocasiones en las cuales nos encontremos, podamos sentir, lo que les mencioné al comenzar esta conversación, que nuestros encuentros sean enriquecedores. Y aún en las expresiones más simples, siempre encontrarán mi gratitud, esperando que en ustedes cada conversación sea enriquecedora.

“LA NAVIDAD ES JESÚS”.

            Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

            Contáctanos en facebook: Padre Pablo.

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