Las experiencias marcan las rutas

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Hola…  Unos amigos vinieron a visitarme e ingresaron a mi oficina del Colegio San Agustín. Cuando llegué al Perú, ellos estudiaban los últimos años de secundaria y los preparé para que reciban el Sacramento de la Confirmación. De esto han pasado casi cuarenta años y, después de mucho tiempo, se juntaron a raíz de lo dispersos que estaban por el mundo debido a sus trabajos; indudablemente, uno de sus propósitos fue recorrer su querido Colegio San Agustín.

            Cuando ellos me conocieron, yo apenas estaba comenzando la base “2”, ahora ya estamos en base “6” y esto nos sirvió, además de caminar por las instalaciones del colegio, para conversar sobre este tema tan importante en la vida de los seres humanos, como es la “experiencia” y cómo era necesario aprender de los errores para no volver a cometerlos.

            Uno de ellos nos contó esta anécdota que, siendo tan simple, es muy aleccionadora: “Dos cazadores alquilaron una avioneta para ir a las montañas donde acostumbraban ir de caza una vez al año. Pasaron dos semanas y el piloto regresa para recoger a los dos pasajeros encontrándose con que ambos habían cazado dos búfalos para llevárselos. El piloto les dijo: -Me van a disculpar, pero con las justas esta avioneta puede llevarnos a los tres; solo sería un búfalo, el otro lo dejarían aquí. Uno de los cazadores le dice al piloto: -El año pasado, con un avión exactamente igual que este, se nos admitió llevar dos búfalos, no entiendo por qué usted no nos lo permite. -Está bien, le dijo el piloto, si ya lo han hecho, hagámoslo nuevamente. El avión despega con los tres hombres y los dos búfalos, pero no pudo ganar altura, se salió de la pista y se estrelló contra unos árboles. Los hombres salieron de la nave con las justas y cuando estaban juntos el uno le dice al otro: -¿Dónde estamos? Y el otro le contesta: -Me parece que nos encontramos a cien metros hacia la izquierda del lugar que nos estrellamos el año pasado”.

            Contada esta historia sencilla, pero significativa, nos damos cuenta que la experiencia en nuestra existencia marca las rutas por las que debemos caminar y nos hace recordar que las leyes de la vida son eternas y Dios las puso para respetarlas. Los cazadores no aprendieron del error ocurrido anteriormente.

“No temas a los enemigos que te atacan. Teme a los amigos que te adulan”
Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

P. Pablo Larrán García, O.S.A.
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