Nos iremos con lo valioso

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Hola… Inmensa fue mi alegría cuando, al comienzo de la presente semana y después de muchos meses, llegó aquí, al Colegio San Agustín, mi amigo el Filósofo de La Encalada. Después de preguntarnos por la salud y de cómo estábamos respondiendo a esta pandemia, me indicó que tenía un mensaje para mí, el cual él lo había reflexionado y llegó a la siguiente conclusión:

Una de las cosas que más necesitamos aprender es llegar a distinguir lo “útil” de lo “valioso”. Un sacacorcho es “útil”, un abrazo es “valioso”. Una puerta es “útil”, un atardecer es “valioso”.

            Casi siempre, aunque parezca increíble, lo “útil” es más caro que lo “valioso”. De hecho, lo “valioso” nunca cuesta dinero; la razón es muy simple: El dinero es “útil”, pero no es “valioso”.

            Lo “valioso” genera mucha más felicidad a largo plazo, que lo “útil”; quizá sea por ello que solemos valorar más lo “útil” que lo “valioso”.

            -No cabe duda, dijo mi amigo el Filósofo de La Encalada, que los mejores momentos de nuestras vidas no nos han costado dinero. -Tú me conoces bien, expresó; y sabes que tengo a mi lado a la mujer que más he amado en mi vida y, a su vez, es la madre de mis hijos; cuando nos enamoramos, cuando cogidos de la mano volábamos muy alto, cuando nacieron mis hijos…, son lo “valioso” de mi vida.

            Por eso, cuando Dios nos llame, sentiremos que aquello que fue “útil” lo valoramos en su justa medida, pero todo quedará aquí y nuestra alma, camino al cielo, solo llevará lo “valioso”; y todo ello tiene un común denominador: “No nos costó dinero”.

            Yo estaba encantado con esta rica conversación que, en realidad, era un monólogo de un hombre sabio, a quien siempre doy cabida en mi vida, sobre todo por lo mucho que me enseña.

            Aún se quedó un momento más y le dije: -Amigo mío, ¿de dónde sacas esas cosas tan bellas? y me respondió: -Cuando uno camina por la vida es importante llevar siempre abiertos los ojos del alma. Y antes de irse me dijo: -Cuando te asalte una preocupación, piensa si lo que buscas es “útil” o es “valioso” y, para ello, pregúntate si es cierto que vivir feliz no es tan caro como algunos te lo hacen creer.

            Acercándonos a la Navidad, constato con mucha alegría cómo nuestra ciudad de Lima se llena de esperanza, a través de la luminosidad de nuestras calles, plazas y casas, pero sobre todo esperando a Jesús.

“LA NAVIDAD ES JESÚS”.

            Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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