Hola… Ya estamos en el mes de setiembre y con él iniciaremos la primavera, una estación llena de vida y de color. Hablando de vida, se nos recuerda que el 08 se celebra el Nacimiento de Nuestra Madre, la Virgen María.
Tomen nota:
“Eso de amar sin esperar nada a cambio es muy bonito en los cuentos de hadas. Pero en la vida real, un amor maduro exige un delicado equilibrio entre “dar” y “recibir”, porque todo aquello que no es mutuo, a la larga resulta ser tóxico”. Lo dejo ahí para que lo vuelvas a leer con tranquilidad; te esperaré un ratito y te contaré que en el antiguo Egipto, las mujeres eran vistas y honradas como más altas y más sagradas que un hombre. La mujer es la madre de todos dando vida y enseñando. Los antiguos creían que cuando un hombre lograba una gran cantidad de conocimiento, espiritualidad y poder, se le permitiría usar el pelo largo para simbolizar que había alcanzado un cierto nivel igual a una mujer.
Delante de mí tengo una foto de un hombre y una mujer egipcios, ambos muy juntos, donde se aprecia cómo la mujer abraza al hombre a la altura de la cintura, esta lo hace con su mano derecha y, a la vez, ha colocado su mano izquierda a la altura del codo, en el antebrazo del hombre. Claramente refleja que cuando los dos se unen, ella sostiene a su hombre dándole fuerza y protección.
Muchas son las veces que escuchamos esta frase: “Detrás de cada hombre exitoso, hay una mujer fuerte que lo sostiene”.
El primer texto que leíste le pertenece a Bert Hellinger; en él está notoriamente indicado que el verdadero amor es como los vasos comunicantes donde prima el equilibrio, no es que uno esté lleno y el otro vacío, sino que ambos se comunican vivencias, experiencias y responsabilidades.
Importante es descubrir cómo en las culturas antiguas, algunas de ellas como la egipcia, con miles de años de existencia, descubrieron los auténticos secretos de la vida que, con el paso del tiempo y sobre todo en el modernismo, pensamos haber superado con ideas a veces un poco raras, algo que, por ser esencial, nunca cambiará por más publicidad que le demos al modernismo.
Es conveniente que sepamos distinguir los principios eternos de las modas circunstanciales; los principios perduran eternamente, las modas tienen un tiempo definido y pasan al olvido.
“Si no quieres sufrir, no ames; pero si no amas, ¿para qué quieres vivir?”. (San Agustín)
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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